La base de unas buenas habilidades sociales, para desarrollar unas relaciones sanas, es la empatía. La empatía es la habilidad para reconocer y comprender las emociones de los demás, algo que parece innato en el ser humano, pero, ¿podemos entrenar esa empatía?
Para ello necesitamos desarrollar unas capacidades:
- Capacidad para asumir el punto de vista de la otra persona; escuchar de forma activa sus argumentos, intentando comprender las razones que expone. Muchas veces estamos más pendientes de lo que vamos a contestar nosotros que de lo que nos están explicando, lo que hace que perdamos detalles y pasemos por alto aspectos que, en muchas ocasiones, son importantes.
- Capacidad para desarrollar una mayor sensibilidad hacia los sentimientos de los demás; ser más comprensivo, tolerante y tener una mente abierta es fundamental para entender su situación y el por qué de sus sentimientos y emociones.
¿Cómo podemos desarrollar estas capacidades? fomentando los siguientes componentes:
- Atención activa: atender al lenguaje verbal y no verbal. El tono de voz, los gestos, la mirada, el movimiento de las manos...toda la comunicación nos transmite información.
- Atención cognitiva: Comprender cómo se siente la otra persona y ante qué. Cuáles son sus sentimientos y emociones, y cuál ha sido el desencadenante.
- Atención emotiva: Experimentar en primera persona las emociones que está siento el otro. Seguramente en algún momento de nuestra vida nos hayamos sentido de la misma manera o similar. Recordarlo nos ayuda a entender cómo se siente en ese momento.
- Atención motora: Técnicas para dar respuestas empáticas (repetir lo que el otro dice, ponerle la mano en el hombro, mirar a los ojos con atención y a la misma altura...)
Cuando escuchamos a alguien con atención plena, le comprendemos y le apoyamos con gestos y palabras, podemos modificar e influir sobre las emociones propias y ajenas, objetivo fundamental de la inteligencia emocional.