La educación es la base de cualquier cultura, un arma poderosa con la que se puede cambiar el mundo. Por eso, está en continua revisión, adaptación y continuo cambio, ya que va evoluciónando al mismo ritmo que la sociedad. Pero además, la educación siempre tiene que satisfacer las necesidades de esa sociedad, que, hoy en día, necesita abordar el tema de la salud mental.
Para prevenir algunos aproblemas de salud mental, hay que trabajar la inteligencia emocional desde las escuelas, a modo de prevención, con un buen programa de educación emocional. Pero, ¿qué aspectos podemos trabajar dentro de este ámbito? ¿Cómo podemos enfocarla?
La inteligencia emocional tiene 5 componentes que podemos ir trabajando en las escuelas desde edades muy tempranas:
1. Conciencia emocional: Es fundamental conocer nuestras emociones y por qué se producen; entender los vínculos entre los sentimientos, pensamientos, palabras y acciones, así como la influencia de las emociones sobre nuestros valores y objetivos. Para ello, necesitaremos adquirir vocabulario, diferenciar y reconocer las emociones, entender que nuestros actos tienen consecuencias y reacciones, y conocer nuestros talentos y limitaciones.
2. Control de las emociones: Es necesario regular, controlar y canalizar las emociones, pero no reprimirlas. Cuando aprendemos a regular nuestras emociones de forma positiva, ganamos una mayor tolerancia a la frustración, un mejor manejo de la ira, aprendemos a expresarnos de forma adecuada y a tolerar mejor el estrés. Todo ello lleva a una menor sensación de aislamiento y a tener menos ansiedad social.
3. Motivación: Todo el mundo necesita establecerse unas metas, unos objetivos, encontrar un propósito. Dentro el aula, es necesario suscitar el interés de los alumnos así como dirigir y mantener el esfuerzo para lograr ese objetivo prefijado.
4. Desarrollo de la Empatia: la empatía es fundamental para garantizar relaciones positivas. Normalmente pensamos que nacemos con más o menos empatía, pero la verdad es que se puede trabajar y entrenar; aprender a observar la comunicación no verbal, intentar entender cómo se siente el otro así como experimentar sus emociones y mostrar respuestas empáticas (contacto visual, atención plena, repetir algunas palabras o frases que dice el otro, responder a ciertas inquietudes con gestos...), ayudan a fomentar una comunicación más afectiva.
5. Relaciones sociales: Fomentar un trato adecuado, reconocer conflictos y tener estrategias para solucionarlos de forma adecuada, usando un buen tono conciliador y percibir el estado de ánimo de los demás.
Si trabajamos estas dimensiones de la educación emocional desde infantil, conseguiremos una sociedad más sana, más amable, fundamentada en la tolerancia y el respeto y con habilidades sociales necesarias tanto para el bien común, como para la buena salud individual.
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